martes, 14 de diciembre de 2010

Algunas actividades del año...

Las siguientes crónicas corresponden a algunas actividades realizadas durante este año; los textos están tal cual los escribimos en el cuaderno de Glew.


23/10:

JULIÁN:

Los eventos sucedidos en la fecha promueven la reflexión y autocrítica sobre nuestro proceder pedagógico frente a infantes de tan diversa condición psíquico-social.

El estímulo físico y la experimentación en escenarios que trascienden el entorno cotidiano han demostrado ser herramientas loables en la lucha por la integración grupal y la construcción didáctica de una pertenencia al espacio recreativo.

DANILA:

Así como otros días notamos una tensión o incomodidad en el aire, creo que hoy fue un día meramente positivo y lindo. Los niños estaban muy predispuestos a disfrutar de un juego diferente a lo habitual (carrera y circuitos con bolsas de papa), incluso tenían más iniciativa que nosotros mismos: mientras quizás vacilábamos cambiando de juego o intentábamos ‘controlar’ que no se desvirtuara nuestro propósito, ellos (parte de ellos) creaban nuevas modalidades. A pesar de que de vez en cuando se descontrolaba la situación, creo que estuvo bueno habernos ido al campo porque los que no querían jugar simplemente no estaban cerca; y los que sí querían, disfrutaban de la actividad con ese toque de libertad de estar lejos y quizás más íntimos.

Me gustó mucho que preguntaran sobre la murga, que eso está moviendo a la gente dentro del barrio. Belén, Conce, las otras chicas más grandes, los chicos que hicieron instrumentos. Genial. Y también fue positivo haber podido hablar con adultos (María, Conce, la mamá de Enrique y Mariana, etc) y habernos manejado bien en el merendero a pesar de que no estaban Nidia y Paulo y sólo vino Pamela.

30/10:

JULIÁN:

No llovió todo el día hoy, pero los ánimos parecían empapados igual. Hicimos la merienda y buscamos cañas para hacer barriletes el sábado que viene. Yo traje pelis para pasar (¡30 horas de Dragon Ball Z!), pero obviamente no íbamos a mover una tele y un DVD ajenos al merendero con lluvia. Tampoco parecía prudente utilizar los cables del merendero si estaban mojados. Pero al final la tarde estuvo soleada y los chicos preguntaron por la actividad del día más de una vez. No se, no puedo discernir bien dónde termina la prudencia y empieza el desgano. Sólo quiero expresar mi decepción personal al percibir que los chicos se desilusionaban. Igual, hoy tuvimos una grata vinculación con Nidia, cosa que hace tiempo no ocurría. =)

13/11:

JULIÁN:

El plan para hoy, barriletes. En un plano más ideal, reunión con los papis. La reiterada promesa a lo largo de dos –e incluso tres –actividades fue un buen preparativo: los chicos saltaban y gritaban extasiados a la espera de su papel barrilete brillante y su corte de cañas. En los chicos más grandes –a su manera, como siempre –el interés no quiso ocultarse; también lo estaban esperando.

Yo tuve miedo; hace ya varias semanas que la ausencia de adultos viene siendo un problema y hoy era menester guiar activamente el armado de los barriletes. Jony se propuso para cocinar y cuando vi que los chicos se lanzaban eufóricamente a pelar las cañas me tranquilicé. Quizás ese frenesí que tantas veces impidiera la puesta en marcha de la actividad hoy jugare a favor.

Afortunadamente, los materiales significaron mucho menos una complicación que en otras ocasiones. El error estuvo en el poco hilo que llevamos. Haber escatimado en el largo de la tira fue doloroso en su momento.

Igual, el armado progresaba y lentamente comenzaba a sentirse el salto de los barriletes obstinados que buscaban ascender. Uno a uno brincaban, y no faltó el soñador que dejó su tierra atrás y se lanzó a la caza de nubes. Me conmovía ver a los chicos corriendo entusiasmados por hacerlos volar. Y no menos conmovedora fue la aparición de Ana Rosa a mitad de la tarde, que vino para ayudar a hacer la merienda. Hace ya varias semanas tuvo una pelea con un chico que la discriminó fuertemente y desde ese momento está más reticente a participar.

11/12:

JULIÁN:

Hace tiempo que venimos impulsando el proyecto de armar una murga en el barrio. No es una iniciativa propia; hace un par de años ya hubo una que funcionó medianamente y lo hacemos más por atender a un claro deseo del barrio que por haberlo planeado nosotros. Niñas que rara vez participan directamente de las actividades que llevamos se hicieron cargo personalmente de armar una lista con los postulantes a bailarines para la murga. Los chicos más grandes, que generalmente encaran la actividad con la intención premeditada de abandonarla a mitad de camino, se enganchaban notoriamente con las percus que llevábamos.

Y en las últimas semanas entablamos relación con un vecino del barrio, joven, que si bien no participa activamente en el merendero ni de las reuniones de asamblea cuando se realizaban, está en una murga de… Lomas creo hace ya tiempo y se ofreció para llevar adelante la actividad junto con unos compañeros suyos. Hoy correspondía el primer encuentro con él y sus compañeros para empezar lo que esperamos va a ser un ciclo.

Con estos vientos favorables íbamos en el tren cuando sonó el teléfono de Greta. Era Paulo, llamando para anticiparnos lo que esperaba en el barrio: ayer por la noche habían matado a Walter, y todos se estaban preparando para el velatorio. El monótono traquetear del tren no impidió que el silencio se esparciera por el grupo. ¿Cómo reaccionar ante una noticia así? Por lo pronto no podíamos más que seguir camino, haciendo de tripas corazón.

Walter era un joven de más o menos 25 años que trabajaba en la cooperativa que el barrio había conseguido para hacer las veredas. Nosotros lo conocíamos directamente pues también hacía trabajo de albañilería en la casa de Nidia y Paulo. De hecho, en tiempos de tensión con su familia, había vivido allí. Cori, la hija mayor del matrimonio, lo tenía como un hermano. Era común verlo o trabajando o preparando el fuego para almorzar cuando nosotros llegábamos. También, quizás no en los últimos tiempos pero sí hace unos meses, era de esperar verlo aparecer por el merendero, y quedarse un rato con las señoras que cocinaban la merienda. Luego, Nidia nos contó que años atrás, él era de quienes llevaban adelante el espacio para los chicos; hasta dibujaba cosas que después colgaba en las paredes. Un pequeño sobrino suyo, Ariel, viene seguido a jugar con nosotros.

Un grupo de vecinas del barrio, Nidia entre ellas, había salido a recolectar unos pesos para apoyar a su familia. También habían llamado a la Municipalidad solicitando un ataúd para el cuerpo, y otros servicios. Nosotros hablamos principalmente con Paulo del asunto, antes de ir a darle una fugaz merienda a los chicos. No fueron muchos.

¿Qué rol ocupa el militante social en una situación así?¿Cómo responder ante el golpe crudo de la muerte que azota camuflada en las pasiones desmedidas de los hombres?¿Hay alguna medida justa para combatir el celo desenfrenado del amor, los discursos libertinos que se filtran entre susurros y terminan pesando más que la verdad o la justicia exabrupta de los negocios del veneno? Interpelados por una verdad tan imponente que se aparece de la noche para la mañana, cada uno reaccionará como le dicte su corazón o como le permitan sus fantasmas. Yo ante un momento de tanta angustia para el barrio sólo atino a dejar constancia de los sucesos y mis vivencias ante ellos.

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