miércoles, 6 de agosto de 2014

Cuando digo tu nombre

Una pregunta que siempre nos acompaña como militantes es qué es la niñez, su cuidado, su respeto, la importancia de entender qué es ser niño, hoy, aquí, ahora. Pero no es algo que sólo ataña a los militantes del hoy-en-día. Y esto viene a colación porque como colectivo político que se adscribe en la lucha que repiensa la niñez y el territorio, no podemos dejar pasar la noticia del día, de la semana, del año, de los 37 años. Guido. El nieto de Estela de Carlotto, el hijo de Laura y Chiquito, torturados y asesinados a la misma edad de muchos de los que hoy militamos en Los Pibes del Ombú, recupera hoy y para siempre su identidad. Qué importante es la militancia política para ese concepto básico, que nos acompaña desde pequeños y que es, nada más y nada menos, saber quiénes somos, quiénes son nuestros padres, de dónde venimos y por qué estamos donde estamos. No hay manera de ser sin identidad, no al menos verdaderamente. La identidad se construye, no es algo monolítico, pero ese proceso es aún más complejo si media un intento (logrado pero no del todo) de robar y ultrajar esa identidad. 
El merendero, de otra manera (porque la poética de la política cambia mucho y todo el tiempo), también busca trabajar con las identidades. De los chicos, de los adultos; de los que viven en el barrio y los que llegamos de otros lugares; de los que tenemos una meta política consciente y la seguimos forjando semana a semana. La identidad es el vínculo amoroso con esa familia, con esa historia, con el lugar donde crecemos, con los lugares a los que nos arrastran, con el robo del nombre. El nombre. Guido a los 36 años sabe que es Guido, que pudo haber sido Guido antes, pero llega ahora. Aunque en realidad él siempre lo fue, porque hay cosas que llegan, que están con nosotros desde que estamos en la panza, desde esa Laura que sabía lo que significaba a los 23 años defender un proyecto de vida. 
El Colectivo Los Pibes del Ombú celebra la justicia, celebra la sensación de liberación y libertad que otorga la verdad, que construye la verdad recuperada aunque muchos no quieran ni hayan querido. Siempre están los que re-escriben la historia. Estela es hoy símbolo de lucha política en democracia. Es símbolo de todos esos nietos recuperados con una lucha perseverante, ardua, para nada violenta, tampoco armónica. Estela es un poco lo que Laura le enseñó, siendo así ambas maestras. La Abuela de Guido lleva su nombre en mayúscula. Guido que fue un niño ultrajado, robado, secuestrado, borrado. Qué es ser un niño, qué fue ser un niño. En qué contextos. Un barrio en la provincia de Buenos Aires donde no hay agua corriente ni vacante en la escuela alberga a un niño que  sigue siendo sometido a la violencia. La violencia que ultraja, roba. deshereda, lastima, hiere, mutila. Pero aquí se sigue caminando para que el niño sea niño y que juegue a la pelota y que se abrace a sus amigos y que sepa darle la mano al que tiene al lado y que sepa defenderse de los que no lo respetan. Guido tampoco hizo eso, porque antes fue Ignacio. Porque desde la quinta hora después de haber nacido y ser separado de Laura, le mintieron. Y la mentira es violencia. 
Qué es ser un niño. 37 años después Guido recupera su primer nombre, cuando era un bebé y una esperanza de una pareja comprometida con la realidad social de su país. El no pudo ser un niño como nosotros lo entendemos. Porque más allá de que debe haberse reído y debe haber estudiado y debe haber tenido una novia o un novio y debe haberse peleado con sus amigos así como debe haber salido al cine con ellos, Guido no pudo ser un niño. Porque nosotros entendemos que los chicos tienen derechos, son personas de derecho. Y no hay un derecho más elemental, más primero, más fundante que la identidad. 
El Colectivo Los Pibes del Ombú abraza a Estela, porque todos somos militantes. Y sobre todo respira justicia, después de tanto tiempo, para reivindicar que un niño es su identidad, que la patria es la infancia y que si Guido no pudo tener nada de eso, los chicos del Merendero aspirarán a no dejar que nadie se la arrebate. Porque esa es nuestra lucha en este territorio. Así como la de Estela, que busca la verdad que libera. La militancia tiene que ser liberadora como la verdad, porque en ese punto reside la fuerza de la transformación. Y esa transformación es todo, como Estela de Carlotto, su hija Laura y su nieto Guido.