lunes, 11 de julio de 2016

Y una hermana muy hermosa que se llama libertad

Me acuerdo de los colores de los papelitos que volaron sobre Diagonal Norte el día del desfile que había organizado Fuerza Bruta para conmemorar el Bicentenario del 25 de Mayo de 1810. La Revolución se festejó -y también se pensó- todos esos días previos al 25 en la calle, entre la gente, con miles de cosas para ver y tocar y comer y leer y cantar y bailar. Era la fiesta de las personas que habían decidido celebrar. Y sobre todo, era una fiesta de acciones. Todos hacíamos cosas. Todo el tiempo. El público era activo, participaba, desde los juegos para los chicos hasta los bailes en los conciertos en la Plaza para los más grandes. Incluso en el desfile, que deslumbró, al final, venía la murga que corría las vallas, y todas las personas que estábamos mirando cómo desfilaban los momentos de la historia, nuestra historia, nos convertíamos en "desfiladores". Hacíamos la historia. Las escenas que pasaban delante nuestro eran imágenes de lo que habíamos vivido como pueblo, incluso para muchos sin haber estado presentes realmente en tal o cual año, década o episodio. La patria era algo que se veía ya no sólo en la estampa de un Moreno o un Belgrano o en el acto aburrido del colegio al que querían ir los chicos para zafar de la clase. Desde Zamba y su mágico mundo que nos hacía viajar en el tiempo y ser partícipes de la historia, en la última década se había logrado un cambio. Qué palabra. Cambio. Ahora tan de moda, tan en boca de neoliberales disfrazados de diversidad ideológica, de naturalidad compinche aunque sean ricos tan ricos que jamás han visto siquiera a los más pobres, y ni tanto, ¡a los de clase media! ¿O Mauricio Macri se encontró en el gimnasio con una mujer de tu barrio, de mi barrio? No. Se encontró con Juliana Awada. Y ese un signo de un encuentro. ¿Qué encontramos entonces en el 9 de Julio, nuestro otro aniversario? Igual que la historia de amor del presidente que nace en un gimnasio top de Palermo, el Bicentenario de 1816 nos encuentra con actos elitistas, que se parecen a los desfiles de 1910, cuando otra élite era gobierno, elegida por menos personas y con menos derechos de los que hay hoy. Un acto donde hubo ruptura (¡ellos! ¡que quieren cerrar la grieta!), donde hubo individualismos, actos separados, para nada federales (¿o es que acaso Macri y equipo pensarán que federalismo es esto?). La gente de traje, sentada frente a la Casa de Tucumán, y un Rey ¡el REY! de España en primera fila. La memoria que se construyó en estos años de comprometerse con la tierra de uno, de sentirse parte, de recordar las monstruosidades que hemos pasado como pueblo, se vio arremetida ferozmente este 9 de Julio. ¿Qué derecho tiene, Presidente, de arruinarnos nuestro festejo? Recuerdo que el 25 de mayo de 2010 Cristina apareció al final. La fiesta primero fue de la gente, que la saboréo y la disfrutó y la bailó los días previos. A Cristina la vimos pero más tarde, bailando murga en un balcón ahí nomás de la Plaza de Mayo. Ahora, el acto por el 9 de Julio fue un presidente que no sabe lo que significa "pueblo" y que optó por usar un término (incluso, errado) como el de "angustia" para definir el sentimiento de los patriotas que cortaron lazos con la coroña española y sobre todo que se debatían por un país menos absolutista, menos amordazado por intereses foráneos, menos injusto. El acto fue él, dando un monólogo que transmitió la nueva cadena nacional que es TN. Él, que luego dijo estar cansado y casi logra no asistir a los desfiles militares que volvió a instaurar, que aún son comunes en otros países, como Chile, que tiene una gran deuda con su memoria y sus muertos y que también es parte del ALCA. Cuando elegimos a quién parecernos y con quién juntarnos estamos diciéndolo todo, en todos los gestos, incluso antes de entrar al Tratado del Pacífico, que baja el sueldo de los obreros a los que cobija (asfixia) a niveles irrisorios (y que sin embargo no causan risa). El Presidente que monologó, como tanto le criticaban ese autoritarismo omnipresente a Cristina, también osó decir que cuando un sindicato logra algo para los suyos perjudica al resto. Osó hablar de ausentismo y licencias mal tomadas, cuando él ha tenido vacaciones como Cristina jamás tuvo; cuando en en su propia fuerza donde se dan los mayores porcentajes de ausentismo a las sesiones del Congreso. Cuando pocas horas después dijo que estaba cansado y que no asistiría al desfile. ¿Por qué fue luego, a los últimos minutos? Porque las redes sociales, nuevas formas de expresión popular que el gobierno actual también intenta manipular con sus trolls, estallaron de furia, bronca, incredulidad, queja. TN lo aplaudía, las redes lo condenaban. Mientras tanto en Junín desfilaba un Falcon verde, símbolo y andamio de la represión de la última dictadura. Mientras tanto Aldo Rico aparecía como un ex combatiente de Malvinas siendo ovacionado. Mientras tanto había carteles rememorando con honor el Operativo Independencia que empezó con lo que serían los mecanismos del terrorismo de estado atroz del 76. 
Ahora el gobierno nos habla de colores, pero ya no los podemos ver. La gente que salió a la calle, sin sonrisas, sin poder bailar, sin más música que la de protesta y reclamo, tenía globos negros. No podremos sentir esa alegría que nos recorre el cuerpo cuando vemos las fotos del Bicentenario de 2010, con Lula y Néstor y Chávez y Evo y Correa. Ya no, como dice el poema de Idea Villariño. Hoy vemos al Rey y al faltazo de los presidentes que aún quedan en pie en esta Latinoamérica a la que le siguen queriendo cortar las piernas, una y otra vez. Este año, este aniversario, encontró a un BiRrey, que nos habla de angustia, con un tono cheto que no puede disimular y que nada tiene que ver con los que estamos abajo,mientras él está ahí arriba. Roles inentendibles, discursos inaceptables, medidas que golpean al pueblo y enriquecen, como en las crónicas de principio de siglo y de los 7o y de los 90, a los ricos de siempre. Una élite sin formación de ningún tipo o comprada o de derecha y liberal, técnicamente ineficaz y encima inculta y vaciada. Ante tanta tristeza y "mentira  organizada" y orquestada por medios locales que lo único que hacen es embarrar la cancha para que sea toda la torta de ellos, quedan caminos difíciles para seguir. Podemos llorar y "escribir los versos más tristes esta noche". Podemos sentir estas ganas asesinas, diríamos, de salir a romper todo. Podemos organizarnos para ganar las elecciones de 2017 y exigirles a quienes les dimos nuestros votos que nos respeten o renuncien a sus bancas, porque no queremos traidores. Podemos seguir organizando talleres que empoderen a los chicos más chicos, que son nuestro futuro y también nuestros contemporáneos. Los Pibes del Ombú pueden hablar y hacer cartulinas y bailar esta tristeza para afuera y recuperar esa alegría que nos ha robado un discurso sin saliva ni sangre de esta derecha que reprime y oprime y borra y destruye y quiere eliminar cualquier vestigio de poder popular que se haya cimentado en los últimos años. La alegría la vamos a pelear hasta la muerte. Y también podemos advertirles a esos CEOs que hoy manejan nuestro país que, como dice una canción uruguaya,

que no le sigan pegando
que un día va a reaccionar
volverá por lo que es suyo
no hay nada que lo detenga
y aunque lo tengan dormido
ya se empezó a despertar
y el que está arriba irá abajo
no va a quedar ni uno suelto
y el que está arriba irá abajo
y no va a quedar ni uno suelto


La independencia no se terminó; hay una suerte de revolución permanente, que hoy no se lucha contra ejércitos realistas, pero que tiene otras armas y otros símbolos. Este Bicentenario, tan distinto al de 2010, nos enseña que nada se cristaliza eternamente -ni lo bueno ni lo malo-, que las luchas se dan a diario, nunca se terminan, aunque sí avanzan o retroceden. Estamos ahora como país en franco retroceso. Pero los Pibes del Ombú seguimos peleando por un avance que viene de la mano del arte y la educación popular, de los bailes que a diario practicamos con nuestros compañeros, de los escritos que nos guían, del trabajo colectivo, de la pelota que pateamos con el equipo que conformamos para llegar al otro arco. Estas son las armas de este merendero. No les podemos decir, no puedo yo decirles al menos, que lo demás no importa nada si somos libres, porque no soy San Martín y acá no somos héroes. Pero sí somos quizá revolucionarios, o queremos serlo, o lo intentamos; revolucionarios de los lazos cotidianos, transformadores de lo que se espera o de lo que los medios nos dicen que debemos ser/hacer. Sí te puedo decir, no obstante, que San Martín decía que no hay revoluciones sin revolucionarios, y que todos los revolucionarios somos hermanos. Y también te puedo decir que hoy estamos indignados de que los ministros que tenemos vendan nuestro país, vendan Arsat, vendan las tierras nacionales, se endeuden acudiendo de nuevo al FMI que tanto nos ha castigado y se lleven su plata (nuestra plata) a paraísos fiscales off-shore. Los Pibes del Ombú estamos indignados, como Manuel Belgrano, al decir "Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria." Y te decimos que desde Los Pibes del Ombú hacemos un llamado a seguir remándola (términos más modernos, aunque no sé si tan heroicos, pero bueno), y esa "remada" tiene que ser con el pensamiento y la comunicación popular.  Si este escrito peca de exaltar el espíritu patriótico, debemos aclarar que ante tanto cipayismo y sentimiento de desvalorización de lo nacional que propician el presidente actual y sus CEOs, decidimos permitírnoslo. Pueden haber hecho un acto aburrido, pueden haber invitado al Rey y no a Evo Morales. Pueden haber hablado de angustia. Pero nosotros también podemos hablar y poner otro acento, y decir como ese meme que circula por las redes, "angustia, las pelotas". Viva la Patria, aunque a Mauricio Macri y Héctor Magneto les pese. Que la patria no es de ellos ni esto es el patio de su casa, ni van a llevársela de arriba. No sé si los juzgará la historia, pero desde ya el pueblo y sobre todo Los Pibes del Ombú (los de hoy, los de siempre) que la van a seguir remando contra viento y marea y globos amarillos que intentan tapar el sol con un dedo. 


lunes, 20 de junio de 2016

El país de no me acuerdo

Los Pibes del Ombú es un colectivo que aborda las relaciones entre Niñez y Territorio, es decir, procesos relativos a cómo se piensa la niñez, cómo se construyen sus derechos y cómo se accede a ellos, lo que implica ser un niño y sobre todo pensarlo territorializadamente, en un espacio que tiene ciertas condiciones estructurales y culturales, sociales y políticas, simbólicas y emocionales. Pensamos a los niños como sujetos de derecho, con derechos, que piensan y sienten y actúan y toman decisiones y aprenden y comparten y se enfrentan a diversas situaciones (buenas y malas). Pero si hay algo que tenemos que repudiar es el uso (el abuso) que el Presidente Mauricio Macri hace (porque él hace uso) de los chicos. No solamente debo decirlo hoy, debemos denunciarlo hoy, que sucedió de manera deleznable en el acto a la bandera en Rosario, sino porque ya hemos visto cómo fue la publicidad en la cual el actual mandatario quería sostener a una nena junto a él contra su voluntad, sin importarle lo que ella quisiera o sintiera, y a su vez poniendo en práctica gestos y frases típicas de aquellos que abusan de los niños y de sus derechos, atentando contra su bienestar. Debemos hacer un comentario porque como organización social vemos a diario cómo el gobierno actual atenta contra los derechos que supimos conseguir en el pasado no tan lejano (aunque parece que hay gente que ya se ha resignado a que este "fin de fiesta" es la verdad, la normalidad, y que sólo el 1% de la población tiene derecho a ser feliz y vivir dignamente); y ahora además vemos actos concretos en los cuales el presidente y su séquito intentan avanzar contra todo aquello que imaginemos y adjetivemos como "popular". El gobierno no sólo es para los ricos, de ambos lados del mostrador ahora, sino que además atenta contra los chicos, a los que utiliza como golpe bajo, de forma escandalosa, y además en frente de todas las cámaras que lo siguen cercando, protegiendo, encumbrando porque a su propio juego responde hacerlo así. 
Los Pibes del Ombú denunciamos lo que ocurrió hoy, denunciamos lo que ocurre con los comedores en la provincia de Buenos Aires, hoy dirigida por María Eugenia Vidal, que sigue quitándole no sólo mercadería sino bajando su calidad, empobreciendo la dieta, y devolviéndonos a la década de los 2000, allá al principio, cuando la lucha política era efectivamente por el bolsón de comida. La batalla cultural que retrocede casilleros. Y los derechos de los niños (aunque no solamente los de ellos) que siguen esa misma ruta que cambia futuro por pasado, por el peor de los pasados. Ante eso nos levantamos, indignados, y seguiremos haciendo lo que siempre hemos hecho, aunque en un contexto más indigno y cruel, en el que parece haberse olvidado que la Patria es el Otro, por dos hechos fundamentales: el gobierno actual sólo gobierna para sí mismo y los poderosos, desconociendo los derechos de ese Otro, al que no tienen intención de incluir; y por otro lado, porque no conocen el significado de "patria"; "mercado", "buitres", "deuda", "FMI". El nuevo vocabulario del neo-neoliberalismo, ahora lleno de colores y palabras que le roban a los pueblos (como "alegría" y "revolución").  Y detrás de esta nueva semántica, que engaña al que se deja engañar y al que estafan los grandes medios, viene la estampida que barre y destruye los derechos populares. Denunciamos estos olvidos, estas embestidas, y estas destrucciones. Porque al veneno y al puñal le cerramos la muralla, como dijera el poeta. Y aún más se la cerramos al olvido. 




martes, 7 de junio de 2016

La verdad se milita

Hay que ver cómo funcionan las mentiras, pero sobre todo el uso y el poder que se les atribuye. Por supuesto, yo te voy  a decir que Mauricio Macri mintió en su campaña presidencial. Pero eso lo podés ver ahora y corroborarlo, salvo que no quieras o que aún sigas siendo estafado por los diarios del monopolio magnettesco. Ahí está la otra gran mentira, más compleja y anclada por supuesto en pujas de poder y de dinero. ¿Desde cuándo nos miente Clarín? ¿La Nación? La ideología como esa manera velada de ver las cosas, como una representación de la realidad, una lente invertida, y las miles de maneras de pensarla que nos ha legado Marx y que han recuperado el marxismo. ¿Puedo decirte que entonces si La Nación apela a esa base liberal y de derecha está mintiendo? En realidad sí, porque engaña. La ideología no es la mentira. Estar en desacuerdo no implica mentir. Clarín miente desde hace mucho, y si no, veamos de nuevo ese video de Alfonsín, en los 80, abucheado en la Sociedad Rural. Y podemos irnos más atrás, y podemos pensar en Las Malvinas y el "vamos ganando". Pero ahora se dio otro proceso, que en algunas ciencias sociales ya se viene dando desde hace mucho. Empezamos a preguntarnos por la "Lectura entre líneas". ¿Cómo debo leer un diario? Es cierto que ahora, en la era 2.0 de Internet, hay mucha información. La típica. Pero acceder a esa información también requiere un entrenamiento, información previa, una manera de leer la web y los buscadores y por supuesto una alfabetización técnica y tecnológica. Hay más información, pero hay mucho de lo mismo y manipulado desde pocos sitios. No todos producimos información de la misma manera. De nuevo, cadena de producción o de consumo. Pero volvamos a las mentiras. María Eugenia Vidal también usa ese recurso cuando dice "nos engañaron al hacernos creer que podíamos tener calefacción sin pagar tarifas reales". Como diría el personaje Greg House, todos mienten. Esa "mentira" del engaño se contradice con los 12 años en los que la gente efectivamente se compró la estufa y el país reflotó, en vez de irse a pique. Pero además hay otro punto. Vidal y todo el séquito PRO nos está diciendo que hemos sido engañados por 12 años. Es decir, en parte, que fuimos tontos o en parte que los medios nos estafaron. Porque a la gente que votó a Macri siendo de clase media o baja uno puede decirle, para no herir ni ser arrogante, "y bueno, Clarín con su máquina profesional de crear mentiras te engañó". Pero, ¿y con estos 12 años? ¿Quién nos engañó? ¿La tirada nada comparable de Página 12? ¿Crsitina sola, con sus cadenas nacionales? Entonces, si no hay otro monopolio que genere ese nivel de masa-bajo-el-efecto-del-opio-de-los-pueblos ,que ahora sería el peronismo, ¿por qué Vidal dice que nos engañaron? ¿Qué poder fue? Quizá simplemente nos está tomando por zonzos. Las mentiras tienen patas cortas, dicen. El PRO no está pudiendo manejar muy bien los muertos que tiene en su propio placard, con muchos ceros y acento caribeño. Tienen un monopolio de medios detrás y adelante que de a poco tiene que ir soltándoles la mano, o algunos dedos al menos, porque ya "se nota mucho, muchachos". 
Entonces si la mentira está dando vueltas más que nunca, es hora de plantarse aún mas fuerte y militar más que nunca la verdad. En eso, rescataré siempre la tarea que llevó adelante cuando fue necesario el programa de televisión 678. Ahora, fuera del prime time de una TV Pública que había renacido pero que volvió a las cenizas, esa tarea está en otro sitio. Menos macro, más privado, del boca en boca, y que se vive en la calle, en el laburo, en el supermercado. Militando la verdad para poner de manifiesto las mentiras oficialistas que nos hacen creer que fuimos engañados en el pasado, cuando el engaño empezó en la campaña presidencial de 2015, con el monopolio cercando mediáticamente al presidente,cual chaleco antibalas, para acrecentar en realidad su propio poder tentacular. Hoy más que nunca, entonces, ante el engaño real y el pretendido, desde Los Pibes del Ombú militamos la verdad, la información fidedigna y constructiva, la verdad que nos conduce a la justicia social. Y me voy pensando en ese bolero, "La mentira", que nos dice "hoy resulta que no soy de la estatura de tu vida". Ese velo que se descorre para dejarnos ver más allá del engaño. En el amor, en eñ barrio, con tu jefe, y por supuesto, en la política.