jueves, 2 de agosto de 2018

De tristezas y rabias

Luto por la educación. La educación pública, la educación conurbana, la educación vaciada. Hoy fallecieron dos trabajadores de la educación, un auxiliar y una vicedirectora de una escuela de Moreno, en la Provincia de Buenos Aires. Tienen su biografía, el amor de sus compañeros y compañeras, de los alumnos y las alumnas. Tienen sus familias en duelo. Pero podrían haber sido de otra escuela, de similar historia signada por la indiferencia de un gobierno que desde que asumió arremetió contra los docentes a los que demonizó acusando de "mafiosos". El docente parece que no puede tener reclamos sindicales. La docente no puede tener un pensamiento político, menos aún compartirlo en el aula. La escuela en este gobierno es gasto pero además debe ser apolítica. Misión imposible. En este día en que fallecieron dos personas por las condiciones deplorables (y denunciadas) de una escuela -que podría haber sido la escuela a donde van Los Pibes del Ombú- nosotros tenemos que decir algo. Dentro de esta pena y esta rabia que se canaliza en las protestas de una sociedad que no está del todo apaleada, ni anestesiada, ni dormida. Un luto, un llanto, que deviene armas, diría un filósofo francés. 



Leo la carta de un compañero de Sandra, la vicedirectora del colegio. Lagrimeo. Mientras la leo, escucho a Eduardo López en la televisión, embrollado porque lo que pasó pesa: se siente en el cuerpo, pesa en la nuca, nos congestiona. Lo escucho hablando de las Sandras, de los reclamos, de las protestas, de la desidia. Le preguntan por la meritocracia, leitmotiv de este gobierno de empresarios y familias terratenientes. Los y las que trabajamos en infancia sabemos que no hay una mentira mayor que la del discurso meritocrático. Eduardo intenta poner ejemplo, me hace pensar en los maestros de escuela primaria. Me hace pensar en las marcas que deja esta profesión en el cuerpo, en los gestos, en el hablarle a un otro (clase, audiencia, periodista). Marcas que hasta son fatales. ¿Qué marcas tiene en el cuerpo María Eugenia Vidal? ¿Las de la maternidad que resaltan los medios, en la voz de Mariana Fabbiani? ¿Las de la fiera que ruge "que digan si son kirchneristas" a los maestros y las maestras? ¿Qué marcas? Seguro que no las de abrir la garrafa de gas, seguro que no la de volar 70 metros al hacerlo. Y no volver. Las palabras del jefe de gabinete como eco: háganse cargo. Lo que pasó hoy es una tragedia y toca fibras personales que hacen que este escrito tenga mucho de primera persona y de intempestivo. Hoy aún hay lágrimas. Ese duelo y ese dolor deberán organizarse. Una tristeza compartida que devenga rabia que salve vidas, como dice un cantautor español. Mientras tanto el merendero abraza a esas familias apenadas y menguantes, denuncia con la misma fuerza a este gobierno criminal que tenemos en tantos niveles de poder y espera no encontrarse mañana con discursos que demonicen a los trabajadores y las trabjadoras de la educación, que tampoco son héroes. O no deberían serlo. Y sin embargo, algunas veces, se le parecen.


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