jueves, 27 de febrero de 2014

El Reino del Revés

Me vi de repente copiando la canción de María Elena Walsh ("El reino del revés") en cartulinas de colores. Me vi dibujando una araña y un ciempiés que van al palacio del Marqués en caballos de ajedrez. Me vi usando marcadores y pensando que en la actividad que realizo para el Merendero lo que más utilizo son los útiles que solíamos usar en clases de plástica. Viendo ese panorama, que es tan cotidiano para mí, me pregunté cómo eso puede ser además una manera de hacer política. En parte, me fue necesario pensar esta cuestión por una charla casual (y ni tanto) en el tren de vuelta de Glew con mi compañero Mariano. ¿Cómo es este proyecto un proyecto político? ¿Cómo cantar  que un señor llamado Andrés tiene 1530 chimpancés que si miras, no los ves, puede ser una tarea propia de un militante joven de un barrio del conurbano bonaerense? La Política y la política que mencionaba el conductor del programa radial Gente de a pie, Mario Wainfeld, hoy mismo al mediodía. Y sin embargo, la respuesta hace unos meses se volvió más simple de lo que uno podría pensar. Un proyecto como el del Merendero es un proyecto pedagógico. ¿Y acaso hay proyecto pedagógico que no sea eminentemente político? No se me ocurre, de hecho, un hecho político tal como la educación. Teniendo en mente además que en esta misma fecha se debaten las aguerridas paritarias docentes. Teniendo en mente además que en esta misma fecha aún hay aulas containers, aún hay quien las defiende y aún hay quien las ignora, en el distrito más rico del país. Un momento en que la idea de lo público se debate constantemente y la educación pasa a tener su rol central como bien público, e incluso como un servicio para aquellos que construyen la idea de "ser gobierno" con la de "ser dueño" y además compañero fiel de las corporaciones (aunque la idea de "compañerismo" no va bien en el mundo del mercado) en esta ciudad de pobres corazones donde vivimos los que sin embargo militamos al otro lado del Riachuelo. 

La actividad del Merendero se ha construido desde una visión que jamás ha perdido de vista la escuela  (o  Escuela). No sólo la de los chicos en el barrio sino la propia que nos ha formado a nosotros mismos. La actividad del  Merendero se lleva adelante por militantes que son estudiantes, muchos de ellos de Ciencias Sociales que debaten día a día políticas educativas (y la Política/política en general). ¿Cómo no podemos darnos cuenta de que todo proyecto pedagógico ataca directamente los roles sociales, las relaciones de poder, ya sea para construir algo nuevo o en los peores casos, simplemente mantenerlos? No sólo la escuela educa, eso es cierto. Hay miles de aprendizajes que se dan en un día a día que va más allá de la institución escolar. Pero es cierto que los grandes conceptos normalizadores llegan a través de la educación formal (no hace falta decirlo, pero Marx ya nos lo dijo hace mucho tiempo). La pregunta es en manos de quién están esas instituciones fomales (y formalizadoras). Es cierto, no obstante, que al interior de las escuelas, los maestros son muy variados y tienen trayectorias que hacen imposible pensar en El Maestro; pero las instituciones tienen sus cotos y limitaciones. EL Merendero juega en ese "afuera del límite" dentro de lo posible, o al menos eso intenta. Quizá no sea original trabajar con esa canción de María Elena (después de todo, también la canta Piñón Fijo). Sin embargo, es la mirada, es la lente que usamos, la que nos permite darle un vuelo distinto, construirla con los chicos en un proceso creativo que busca el trabajo en equipo como rumbo y horizonte. Los contenidos que se transforman cuando la visión que los anima busca ser transformadora, de acuerdo a los ejes que nosotros consideramos fundamentales. Viéndome dibujar al perro pekinés que se cae para arriba, al principio pensé si era eso un proyecto político que pudiera cambiar algo. Pero después pensé qué dinámica de grupo, con chicos de 4 a 6 años, era la más conveniente; qué dinámica de trabajo iba a permitir darle más vuelo al trabajo de los pibes; qué dinámica de trabajo iba a ser un poco más creativa que simplemente pasarles un video horriblemente digitalizado, perdido en YouTube. En ese "Ponerse en el lugar de", aunque sean chicos (o quizá porque lo son, porque son actores fundamentales del Merendero), hay un trabajo que repiensa relaciones. Relaciones adultos-chicos, en la escuela o en el merendero, como docente o como militante o simplemente como tutor o guía.  Esa relación adulto-niño que se invisibiliza, como si todos supiéramos qué significa ser niño o adulto y qué derechos y obligaciones se ponen en juego. Cuando denunciamos el abandono de los adultos hacia los chicos estamos realizando una proclama política: qué es la niñez y cómo se construye. Con qué afecto, con qué cariño, con qué dedicación. Las relaciones políticas a veces son claras (como las de la Política). Quizá nosotros dentro de esa Política hacemos política. Y en la política sin mayúscula las relaciones sociales están mucho menos claras. Entonces la canción de María Elena es nuestro refugio tanto como un desafío. Cómo hacer que aquello que está naturalizado deje de ser invisible y tome un rol central, para que al final de todo los pibes no estudien matemática en un container, porque eso sí que sólo puede pasar en el Reino del Revés.


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