domingo, 23 de enero de 2011

todos los sábados pese a las miserias veo sonrisas

Hoy sábado 22 de enero se cumplió un día más de actividad. Entre Fiestas y lluvias la normalidad del cronograma de actividades se vió interrumpida.
Pasamos una película de zombies, nada muy educativo, pero sí entretenido. Establecer la cultura por el cine no es fácil. Pensar una temática y que los chicos puedan engancharse con ella es algo que por ahora a mí me cuesta. Además en un ambiente en donde perder la atención es fácil y concentrarse en algo es difícil, el disponer de una televisión de 15 pulgadas no ayuda mucho a que los chicos se enganchen con una peli. Pero de a poco se va logrando.
También realizamos una actividad manual. Hicimos unos muñecos, estilo espantapájaros, para adornar el merendero. Los símbolos generan una mística que permiten integrar una comunidad.
Voy a compartir mi visión sobre un detalle. Quiero reflexionar sobre la distancia que existe entre un chico del barrio que asiste al merendero y una de las personas que va a desarrollar actividades recreativas con ellos. No estuve el primer día que surgió el movimiento. Sin embargo puedo imaginarlo. Quince jóvenes, extranjeros del barrio, arriban al merendero. No menos que curiosidad se debe haber generado. De pronto chicos que antes destinaban el sabado a jugar al futbol, a ver television, a salir a cazar pajaritos, o simplemente a errar por el barrio, tienen con quién jugar. Y un espacio. Romper el hielo no debe haber sido fácil, no lo es. Pese a que hace más de 2 años que la agrupación asiste al barrio, todos los días se está rompiendo el hielo con los chicos. Es una prueba constante. Todos los sábados los chicos reclaman atención, cada uno de forma distinta, pueden estar callados, pueden romper hojas, pueden estar activos y dispuestos a jugar, tristes, enojados. Mi punto es que la distancia importa. Nosotros no somos de ahí, somos extranjeros. Ellos están en su territorio. Esto plantea un juego de autoridad bastante singular. No somos sus padres, no somos sus maestros, pero tampoco somos nenes. Somos algo distinto y extraño. Y que aburridos o no, estamos dipuestos a jugar con ellos. Entonces las relaciones se plantean de distinta forma según cada chico. Esto podrá sonar obvio, pero creo que no se puede generalizar en ese ámbito. Se plantea un conflicto común, pero totalmente distinto según cada caso. Puedo teorizar sobre el tipo de pedagogia que aplicar en cada caso, pero la sonrisa que cada chico o chica brinda es única. Y hermosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario