Teníamos que llenar el cronograma de noviembre. Comenzamos por lo que ya habíamos hecho, y finalmente llegamos al día de la fecha. "¿Qué hicimos hoy?", le pregunto a Luján, que está en segundo grado. Ella era la encargada de llenar el casillero del 16 de noviembre. Y sin dudarlo me dice "Hicimos arte".
El 30 de noviembre se viene nuestra celebración de cierre de año: El Día de las Artes. Idea que tiene historia, y una que por cierto identifica a muchos de los que somos parte y más aún de los que fueron. El Merendero tuvo varios días de cierre y siempre aparece en estos eventos la idea de "celebración". Después de todo un año de trabajo, está bueno ver el balance, y si puede ser en lindas cartulinas hechas en equipo, mejor aún. Estas actividades de cierre permiten ver lo hecho de manera integral: no son sábados inconexos, hay un hilo conductor que de a poco se va construyendo de manera más sólida. No es tanto una cuestión de contenido, sino de enfoque. Podemos trabajar con plastilina o con marcadores; podemos hacer animalitos de masa o posar con bicicletas. Podemos jugar al fútbol o pintar paredes. Pero siempre intentamos que sea un trabajo en equipo, un trabajo colectivo y en el que podamos darnos la oportunidad de disfrutar pero de pensar qué nos hace sentir bien,lo que a veces no es ni tan sencillo ni tan evidente. Y esta muestra de fin de año es lo que se dice "el corolario", pero no porque dejemos de ir, de hecho no hay freno en la actividad (somos ambiciosos). Es el corolario porque siempre los balances tienen que formar parte de cualquier grupo humano que se piense como organizado y orgánico. El Día de las Artes es una muestra de un ejercicio: el de reapropiarnos de una práctica que no se originó en el espacio pero que es en ese espacio donde funciona como funciona. Así volvemos el Día de las Artes algo propio.
Este año tuvo una impronta especial dada por la mayor conectividad grupal, en todos los sentidos. Pero por sobre todas las cosas, si hay algo que no falta un sábado, eso es la cámara de fotos. Sacamos fotos todo el día, a veces al azar, a veces buscando algo, a veces para divertirnos y otras para documentar. Sacamos fotos todos, chicos y grandes, y cada uno le imprime así su sello y mirada. Fue entonces un año en el que nos miramos trabajando, dibujando, riéndonos, andando en bici, mirando. Se han hecho posters y carteles, se han subido las fotos a facebook, se piensa la muestra de fin de años en fotos y carteleras. La cámara que nos permite reflexionar porque nos vemos allí, en el Merendero. Nos vemos en acción y pensamos si es esa la imagen que queremos de lo que hacemos. Los chicos pasan y se quedan mirando las mismas fotos que están desde hace meses colgadas en las paredes contra todo pronóstico desafortunado. La imagen y su fuerza, el poder de mirarnos y de que las imágenes nos despierten algo, difícil decir qué. Así que este 30 de noviembre el Día de las Artes va a tener una impronta fotográfica fortísima que cada vez aprende a mirar mejor y con esto queremos decir a mirar comprometidamente aunque sin perder nunca la alegría del juego.
El 30 de noviembre entonces es una jornada especial que queremos compartir con todos, en todos los medios porque somos un espacio que abre canales en todas las esferas. Este 30 de noviembre vamos a ver integralmente nuestro arte y a crear otro tanto. Y así se va otro año más en el Merendero, pero a diferencia del tempus fugit, aquí se siente el peso de los años, de la experiencia, del lugar ganado, de la dinámica grupal que cada vez se nos vuelve más evidente porque le damos cada vez más forma. Invitamos a todos a acercarse pero por sobre todo a participar. Porque el Día de las Artes es un día no sólo para ver sino para hacer. Y el Arte del Merendero es un arte activo y por sobre todas las cosas, es un arte colectivo que necesita y abraza todas las manos, todas.
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