martes, 26 de noviembre de 2013

El arte del fútbol

En el Día de las Artes, el próximo 30 de noviembre, vamos a tener un taller de fútbol. Ustedes se preguntarán por qué, dado que lejos está aparentemente del trabajo artístico. Pero para eso no hace falta rebuscar demasiado. La claridad del Negro Fontanarrosa es más que suficiente. Les dejo algunos fragmentos del maravilloso cuento "Viejo con árbol". Y al final, el link en YouTube, para que lo vean actuado. Eso es el arte.

Fragmentos


Era verano y ese horario para jugar era una locura. Casi las tres de la tarde y el viejo ahí, fiel, a unos metros, mirando el partido. Cuando Eduardo entró a la cancha --casi a desgano, aprovechando para desperezarse-- cuando levantó el brazo pidiéndole permiso al referí, el Soda se derrumbó a la sombra del arbolito y quedó bastante cerca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.

[...]

Escuchaba la radio con un auricular y en la otra mano sostenía un cigarrillo con plácida distinción.--¿Está escuchando a Central Córdoba, maestro? --medio le gritó el Soda cuando recuperó el aliento, pero siempre recostado en el piso. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.--No sonrió. Y pareció que la cosa quedaba ahí. El viejo volvió a mirar el partido, que estaba áspero y empatado. Música dijo después, mirándolo de nuevo.--Algún tanguito?, probó el Soda.--Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora

[...]

.--Pero le gusta el fútbol --le dijo--. Por lo que veo.El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza, sin dejar de mirar el curso de la pelota, que iba y venía por el aire, rabiosa.--Lo he jugado. Y, además, está muy emparentado con el arte --dictaminó después--. Muy emparentado.El Soda lo miró, curioso. Sabía que seguiría hablando, y esperó.--Mire usted nuestro arquero --efectivamente el viejo señaló a De León, que estudiaba el partido desde su arco, las manos en la cintura, todo un costado de la camiseta cubierto de tierra--. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales --se quedó un momento en silencio, como para que el Soda apreciara aquello que él le mostraba--. Bueno... Eso, eso es la escultura...El Soda adelantó la mandíbula y osciló levemente la cabeza, aprobando dubitativo.--Vea usted --el viejo señaló ahora hacia el arco contrario, al que estaba por llegar un córner-- el relumbrón intenso de las camisetas nuestras, amarillo cadmio y una veladura naranja por el sudor. El contraste con el azul de Prusia de las camisetas rivales, el casi violeta cardenalicio que asume también ese azul por la transpiración, los vivos blancos como trazos alocados. Las manchas ágiles ocres, pardas y sepias y siena de los muslos, vivaces, dignas de un Bacon. Entrecierre los ojos y aprécielo así... Bueno... Eso, eso es la pintura.

[...]

Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza...El Soda procuraba estimular sus sentidos, pero sólo veía que los rivales se venían con todo, porfiados, y que la pelota no se alejaba del área defendida por De León.--Y escuche usted, escuche usted... --lo acicateó el viejo, curvando con una mano el pabellón de la misma oreja donde había tenido el auricular de la radio y entusiasmado tal vez al encontrar, por fin, un interlocutor válido--... la percusión grave de la pelota cuando bota contra el piso, el chasquido de la suela de los botines sobre el césped, el fuelle quedo de la respiración agitada, el coro desparejo de los gritos, las órdenes, los alertas, los insultos de los muchachos y el pitazo agudo del referí... Bueno... Eso, eso es la música.

[...]

--Y vea usted a ese delantero... --señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado--... ese delantero de ellos que se revuelca por el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, mesándose exageradamente los cabellos, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia... Bueno... Eso, eso es el teatro. El Soda se tomó la cabeza.--¿Qué cobró? --balbuceó indignado.--¿Cobró penal? --abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha--. ¿Qué cobrás? --gritó después, desaforado--. ¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te parió?El Soda lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto, de la derrota inminente y del mismo calor. El viejo estaba lívido mirando al área, pero enseguida se volvió hacia el Soda tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.--...¿Y eso? --se atrevió a preguntarle el Soda, señalándolo.--Y eso... --vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra--...Eso es el fútbol.  


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